En el capítulo anterior hablamos acerca
de cómo ustedes llegaron a dónde están. Ahora examinémoslo con un poco más de
detenimiento. Todo es energía organizada; el ESPÍRITU no es una excepción. La
Fuente es energía organizada y consciente, a una escala inimaginable. En su
continuo juego para conocerse a sí misma, se
fragmentó. Estas particiones son análogas a pensamientos inmensos (o planos de
realidad) que interactúan entre sí. No poseen ni nombres ni formas que
ustedes sean capaces de reconocer y, sin embargo, están conscientes de sí
mismas, como parte de la Fuente y, también de sí mismas, siendo ellas mismas.
Imagínense muchos baldes de agua
suspendidos en el agua; y que toda el agua sea consciente. El agua en un balde
sabe que continuamente está intercambiándose con el agua que está afuera; sin
embargo, en virtud del hecho de estar contenida, es consciente de sí misma como
distinta del agua que está afuera. Por supuesto que los baldes son imaginarios
pero son análogos a los campos que apoyan la energía; y el agua es análoga a la
energía que los llena. Algunos campos son gigantescos --como por ejemplo, los
campos planetarios o solares; y otros son diminutos en comparación, como el
campo de un átomo; pero todos ellos contienen, y se nutren de, la energía de la
Fuente.
En adición a su interactuar entre los
campos, esta energía consciente se fracciona también mediante la característica
de la frecuencia. Piensen en el teclado de un piano. Todas las notas
individualmente están hechas de la misma cosa básica, vibraciones de cuerdas,
pero cada nota, a su vez, implica y contiene todas las armónicas y
sub-armónicas (las notas en la misma posición relativa, en las octavas
superiores e inferiores). La Fuente se fracciona a sí misma, de maneras que son
imposibles de describir, en estados de energía que reconocen su unidad y que a
la vez son conscientes de otros estados de energía que conforman el todo. Cada
estado de energía crea sub-armónicas de sí mismo, cada uno de las cuales, a su
vez, está consciente de las sub-armónicas de los demás estados de energía. Así
pues, el Espíritu de todas las frecuencias se conoce a sí mismo como la energía
de la Fuente que es pura, juguetona y creadora.
En virtud de ser, el ESPÍRITU expresa la
naturaleza de la Fuente a través de los campos que él genera y a través de la
energía que irradia dentro de ellos. Tomen, por ejemplo, a Ariel. Algunos de
ustedes conocen a esta energía como un arcángel. Ariel es la función
responsable de proyectar el campo requerido para el campo físico --el campo
conducente para la energía que es necesario para brindarle apoyo a la energía
que penetra a través de él, al interior del plano físico. En ciertos puntos del
campo, la conductividad se amplifica y el proceso es más eficiente, lo cual da
como resultado la materia física o unidades de energía que se congregan y
coagulan. En otras partes menos conductivas del campo, sencillamente no lo
hacen. Y todo ello se sucede así,
mediante un acuerdo consciente. Es
así como el espacio fuera es una forma de pensamiento colectivo que ustedes
todos mantienen; pero, el sostener esta forma de pensamiento del espacio, es
apenas una de sus muchas funciones. Y en cualquier momento en el tiempo, la
energía que realiza esta función es distinta de la que era hace un instante. Ya
ha cambiado mientras ustedes leían este párrafo.
Si te llamas María Sánchez, la energía
que se desempeña como la función de María Sánchez (o cualquier otra función, en
efecto), constantemente cambia. Ahora puede que la función de María sea la de
explorar un aspecto de la maternidad, por ejemplo, el uso del poder en relación
con un niño o con un padre enfermo, o una cualquiera del un millón de cosas que
el ESPÍRITU desea explorar. También, y sin importar cuál sea la función, el
mismo tema podría repetirse a lo largo de muchas encarnaciones desde una
perspectiva ligeramente diferente en cada caso. Así pues, la función de María
Sánchez amplía la causa de la Fuente, haciendo que la Fuente aprenda más acerca
de sí misma. La personalidad de María y su yo-espíritu, conjuntamente,
determinan cuán cerca ella va a estar de comprender su verdadera naturaleza
como parte de la Fuente y, en consecuencia, de experimentar su indivisibilidad
con todo y con todos los que la rodean.
Así pues, vemos el mundo del ESPÍRITU de
dos maneras. Primero, el ESPÍRITU es energía pura y organizada, consciente de
sí misma y de su unicidad. Bajo esta capacidad, él no hace nada; sencillamente
es. Segundo, vemos al ESPÍRITU realizando ciertas funciones, por ejemplo, la de
María, la de Juan, la de San Germaín y, por supuesto, la de Serapis. La energía que realiza estas funciones está
cambiando constantemente. La porción del Espíritu que realiza la función de
Serapis, por ejemplo, está cambiando todo el tiempo pero, aún así, entiende la
naturaleza de la tarea y mantiene la apariencia de uniformidad y continuidad.
Las funciones varían en el ámbito de su
cobertura. La función de Serapis está relativamente bien definida y forma parte
de otra función más grande encargada de apoyar la claridad intelectual que se
necesita para la ascensión, plenamente consciente, en el ámbito de todo un
planeta. Los diferentes niveles del Espíritu realizan los niveles diferentes de
esta función, dentro de una operación muy bien coordinada. Por ejemplo, el
canalizador Tony es el nivel de mi función que hace que estas formas de
pensamiento queden en papel y, en otro
nivel distinto, estoy exponiendo esta información en la malla de la mente
grupal del planeta, para que todos puedan acceder a ella.
De paso, no existe un director de
orquesta para esta coordinación. Las unidades de consciencia que están al
servicio del ESPÍRITU sencillamente saben qué es lo que está pasando y se
mezclan con el nivel apropiado para, literalmente, "prestar su
energía".
¿Por qué sucede así? La respuesta nos
trae de regreso al título de este capítulo. El Espíritu posee un inexorable impulso para crear, mantener, destruir,
y volver a crear; y se la pasa anhelando todas y cada una de las oportunidades
para hacerlo. Algunos niveles del ESPÍRITU tienen la tendencia, digamos,
hacia la creatividad intelectual, mientras que otros prefieren limpiar viejos
sistemas de creencias para abrirle campo a lo nuevo. La destrucción es tan creativa, en todos los aspectos, como la
creatividad misma; no es más que una cuestión de punto de vista.
El ESPÍRITU busca expresarse. La Fuente
se conoce a sí misma mediante su creatividad. El yo-espíritu interior de
ustedes busca expresarse a través del yo-ego exterior de ustedes. Ustedes
crearon los tres campos de energía más densa de sus cuerpos y de su
personalidad para tener espacios y medios en los cuales poderse expresar.
Empacaron y permanentemente están empacando energía en estos espacios. Ustedes
han colocado a sus yo-egos en situaciones cuidadosamente diseñadas con los
padres, la escuela, y los amigos --situaciones que le imprimen creencias al ego
desde una edad temprana. Cuidadosamente seleccionan la mezcla de energía que
corre a través de sus campos y, hasta cierto punto, ustedes dejan que sus
yo-egos tengan que lidiar con ella. Pero todo esto no quiere decir, en
absoluto, que el ego y el espíritu estén separados de manera alguna.
Ustedes son su yo-espíritus de la misma
manera en que ustedes son cualquier cosa. Lo expresan mediante cada
pensamiento, palabra y acción. Cuando
actúan a partir del amor, le permiten a su espíritu que fluya a través de
ustedes, sin impedimento alguno. Cuando actúan a partir del miedo (demostrando
odio, celos, avaricia, etc.), están bloqueado el flujo del amor que proviene
del ESPÍRITU.
La única barrera entre el ego y el ESPÍRITU es el miedo. El miedo cercena al ego del ESPÍRITU y a medida que ustedes, sus yo-egos,
van aprendiendo más acerca de sus verdaderas naturalezas, ese conocimiento
comenzará a erosionar el miedo. A medida que vayan deshaciéndose de sus miedos,
se permiten estar más conscientes, emocional e intelectualmente, y ello deja
que les penetre más amor. En este
universo, la divisa básica es la emoción del amor. Ella se dará mañas para
entrar, de la manera que sea y a medida que fluya hacia adentro, desaparece más
miedo, lo cual permite que fluya aún más amor hacia adentro, y así
sucesivamente.
Así pues, el Espíritu expresa, a través
del ego, el "yo" que conscientemente se conoce a sí mismo. Ustedes,
sus yo-egos, son la punta de lanza del campo físico de sus inmensos
yo-espíritu. Ustedes son sus ojos, sus oídos y sus manos. Sus yo-ego se la
tienen que ver con los acontecimientos que los rodean, descifrando qué hacer
con respecto a cada uno; pero ustedes, como ego y como ESPÍRITU, conjuntamente
deciden qué acontecimientos habrá en su devenir. ¿Cómo saber qué esperar? ¿Qué
nos traerá la siguiente hora?
Si ustedes supieran estas cosas,
abrirían sus focos conscientes hasta incluir a sus yo-espíritus. No defiendo
que ustedes remuevan sus focos del plano físico completamente porque negarían
el porqué se encarnaron aquí. Si propugno, sin embargo, que se vuelvan
plenamente conscientes respecto a los contenidos de cada uno de sus tres
cuerpos más densos, como preludio para llegar a identificarse con el ESPÍRITU;
y para incorporar al ESPÍRITU en sus campos más densos.
Así pues, el campo del ESPÍRITU es un
campo más, sobre y por encima de los tres que ya hemos hablado. Ustedes viven
dentro de él pero debido a que el
ESPÍRITU no está limitado ni por el tiempo, ni por el espacio, él está no sólo
alrededor de "ustedes", como si lo están los campos más densos, sino
que este aspecto de ustedes está "en todas partes". Él les otorga
poder a todos los demás campos, y se expresa a través de ellos. Ustedes no son,
por lo tanto, simplemente sus personalidades ni el estado de consciencia de sus
yo-ego externos. Ustedes son más, mucho más. La segunda parte de este libro,
trata acerca de cómo pueden reclamar esta identidad más grande y despertar
hacia quiénes en realidad son. Pero antes, cerremos la primera parte mirando
tres áreas de mitos generalizados y generadores de problemas que abundan en la
realidad de consenso: mitos acerca del amor, de la verdad y del poder.